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Le llevaremos a conocer el telescopio subterráneo de Ardoisières

Hoy nos vamos de viaje al centro de la Tierra… o casi. Nos vamos al Souterroscope de Caumont l’Eventé, a unos treinta minutos de Villedieu-les-Poêles. Un cambio de aires garantizado mientras se sumerge bajo tierra.

Un poco de historia

Todo empezó en el siglo XIX, durante unas obras cerca de la iglesia del pequeño pueblo de Caumont l’Eventé. Se descubrió la pizarra «oro azul de Caumont». De buena calidad, se utilizaba para techar las casas y mantener las carreteras. Hasta 1884, la mina fue explotada por varias empresas y cerca de 80 personas trabajaron extrayendo la pizarra. Posteriormente, el yacimiento fue abandonado. En el periodo de entreguerras, los edificios se convirtieron en una lechería que producía camembert y pont-l’évêque. Sólo después de la Segunda Guerra Mundial se reanudó la extracción, pero sólo durante unos años.

Abandonada de nuevo, la mina fue comprada por el ayuntamiento en 1986 para convertirla en museo. La primera visita tuvo lugar en mayo de 1994.

Inmersión para un viaje fabuloso subterráneo

A la entrada del Souterroscope, nos recibe un gran armazón cubierto de hiedra que recuerda el pasado industrial y minero del lugar.

Nos ponemos los preceptivos cascos y nos ponemos en marcha. Tenemos que seguir la audioguía, cuya narración se transmite a través de diferentes altavoces, que se encienden y apagan para marcar nuestro recorrido. Atravesamos un pequeño valle escarpado rodeado de rocas. A principios de primavera, los helechos reinan y los jacintos silvestres han florecido. Aquí, la audioguía nos explica la geología de nuestro planeta, hace millones de años, y más concretamente en Caumont l’Eventé, donde estos antiguos depósitos de arcilla permitieron la formación de yacimientos de pizarra.

La señal sonora nos indica que ya podemos adentrarnos bajo tierra. El contraste entre el exterior y el interior es sorprendente. Es muy fresco y húmedo, con temperaturas que nunca superan los 12 grados, por lo que conviene llevar un buen abrigo. Nuestros ojos se acostumbran poco a poco a la penumbra y se abre ante nosotros una galería de unos treinta metros de largo. Tuvimos que caminar al mismo ritmo que la iluminación y el sonido. El olor a musgo y humus nos hacía cosquillas en la nariz y las paredes goteaban agua constantemente, aunque fuera no llovía.

Llegamos a la primera cámara subterránea, donde hay un lago asombrosamente azul y cristalino. La audioguía nos dice que tiene tres metros de profundidad. ¡Increíble! El fondo es tan transparente que se puede tocar agachándose. Más adelante, el camino se curva y llegamos a una galería abierta. Altas rocas cubiertas de vegetación rodean un segundo lago más grande. Se trata de la antigua entrada a la mina, por la que los trabajadores descendían y exploraban estas galerías antaño secas, ahora sumergidas bajo quince metros de agua. Los espeleólogos actuales aún no han explorado toda la extensión de este laberinto, excavado a fuerza de esfuerzo.

En otra sala, una película explica el duro trabajo realizado por los obreros del «oro azul de Caumont». Utilizando picos y mazos, tenían que extraer grandes bloques de roca, que luego eran llevados a la superficie, donde otro equipo de trabajadores se encargaba de cortarlos en el sentido del grano y cada vez más finos para hacer pizarra. Aunque los accidentes eran raros en esta mina, no por ello eran menos trágicos.

Seguimos por la galería y se descubre una gran sala subterránea. Aquí hay una gran colección de minerales de todo el mundo: granate de México, amonita de Madagascar, pirita de Perú… Sus formas geométricas, sus colores profundos y su brillo son fascinantes. Una amatista gigante ocupa el centro de la sala.

Es hora de volver a la superficie, así que recorremos la galería en sentido contrario y salimos al aire libre. El Souterroscope también cuenta con una tienda en la que se venden todo tipo de piedras y otros minerales. También hay un restaurante y un bar donde terminar la visita con un merecido tentempié.

El Souterroscope es un recorrido original que revela siglos de historia y actividad humana, ofreciendo una valiosa visión de la vida de la clase trabajadora en el siglo XIX. La conservación de este lugar es crucial, no sólo por su importancia geológica, sino también por su valor educativo y cultural. Explorar el Souterroscope de Caumont-l’Éventé enriquecerá nuestra comprensión del pasado y reforzará nuestra conexión con el patrimonio de la región.

Nos gusta

 El resplandor de los minerales
 El espectáculo del agua
 El azul intenso de los lagos subterráneos
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