descubre el zoo¡con toda la familia!
Llegamos al zoo nada más abrir a las 10 de la mañana, la hora ideal para observar la actividad de los animales que, como veremos, tienden a echarse la siesta por la tarde. A la entrada del parque, observamos el mapa en el que se detallan las distintas zonas geográficas representadas, y junto a él un cartel indica las actividades del día: dar de comer a los lémures, a los pingüinos, al tigre, etc. ¡Cada hora tiene su propio festín para los animales del parque!
Sobreexcitados, los niños se dirigen directamente al primer recinto, donde unos perritos de la pradera con caras adorables cavan sus túneles en la arena. Más adelante, nos encontramos con los ualabíes en un recinto de inmersión, es decir, una zona donde los animales están en semilibertad y donde podemos acercarnos a ellos respetando las barreras que los protegen de la sobreestimulación de los visitantes. Los niños se fijan enseguida en las crías de ualabí, cuyas cabezas adormiladas sobresalen de las bolsas ventrales de sus madres.
Nos adentramos en la zona malgache, con sus magníficos helechos arborescentes, sus aromas floridos y sus diversas variedades de agaves y palmeras. Sólo el verde bocage del fondo nos confirma que estamos en Normandía. Frente al recinto de makis catta y varis blancos y negros, los niños siguen dudando. ¿Dónde se han metido los primates? De repente, salen de entre las hojas. Traviesos y excelentes trepadores, saltan de rama en rama, proporcionando un divertido espectáculo a los niños. Inmediatamente después, el recinto de inmersión de los lémures permite verlos de cerca. Poco tímidos, estos animales de cola rayada en blanco y negro, emblemáticos de la isla de Madagascar, se sitúan a pocos metros de nosotros. Aquí no se trata de acariciarlos. Basta con observarlos sin molestarlos.