Nuestro paseo comienza en el Parc de la Commanderie, un pequeño remanso de verdor entre dos brazos de la Sienne, donde se pueden ver los antiguos secaderos de pieles, edificios con fachadas aireadas de listones de madera. Aquí se reunían los curtidores y marroquineros para lavar las pieles en la Sienne antes de secarlas.
Ahora caminamos por la semipeatonal rue du Docteur Havard para llegar a los lavaderos. Con sus casas burguesas de fachadas de granito que parecen inclinarse graciosamente hacia el paseante, a esta calle no le falta encanto. Nos tomamos el tiempo de admirar la pequeña plaza adoquinada del Pussoir Fidèle, donde imaginamos a las lavanderas del siglo pasado en plena conversación, con cestas de ropa mojada bajo el brazo.